
Por Víctor Fausto Silva D.
Levantó polvo pero también controversia el anuncio hecho por el gobernador Alfonso Durazo, de que su gobierno se propone remodelar el estadio de béisbol de los Mayos de Navojoa, porque está en condiciones deplorables.
De entrada, se antoja como capotazo a toro pasado, porque los mandamases de la Liga Mexicana de Béisbol del Pacífico –ahora ARCO- ya autorizaron el traslado de la franquicia a Tucsón, Arizona, una vez solicitado por los directivos del equipo, que desde hace añales encabeza Víctor Cuevas Garibay.
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Durazo y el estadio: |
Es cierto que para la afición resulta triste un cerrojazo así, luego de 66 años de vida -en los cuales apenas se agenciaron dos campeonatos-, pero también lo es, como están haciéndolo notar muchos navojoenses, que rescatar a matacaballo ese inmueble en beneficio de un concesionario particular, no encaja propiamente en la atención de las prioridades que más reclaman los ciudadanos.
Para nadie es un secreto que Navojoa enfrenta gravísimos problemas con el abasto de agua y los drenajes colapsados, un severo dolor de cabeza para el alcalde Jorge Elías Retes, que ni metiéndole toda su buena voluntad será capaz de solucionar a corto plazo, como tampoco pudieron hacerlo sus antecesores que padecieron lo mismo.
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Cuevas Garibay: |
La única diferencia entre ellos sería, quizás, que además de una infraestructura obsoleta, la sequía se ensaña cada vez más castigando no sólo a Navojoa sino a todo Sonora, provocando primero que los pozos existentes se “arrastren” como se dice coloquialmente, y luego porque para localizar nuevos mantos se vuelve indispensable perforar cada vez a mayor profundidad, con el consiguiente costo que eso significa.
Súmele usted que doña CFE no factura precisamente de manera caritativa, y tendrá el escenario completo.
El problema es que cualquier ayuntamiento será incapaz de lograr una solución a fondo, no con meros parches como ha venido haciéndose desde siempre, sino integral, si no recibe el respaldo económico de los gobiernos estatal y federal.
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Elías Retes: Mejor |
Aquí deberían entrar también como gestores y facilitadores –claro, si a los señores no les molesta y se dignan hacerlo- los senadores y diputados, de perdida para tocar y abrirle las puertas donde se deba al alcalde Elías Retes, para la consecución de los recursos.
Es muy cuantiosa la inversión que se requiere, pero de alguna manera y en algún momento tendrán que entrarle, porque el horno no está para bollos, menos cuando el calorón ya se dejó venir y la gente está pasando las de Caín por falta de agua, ya no se diga con ríos de aguas negras por las calles. Resulta criminal dejarla sin un recurso tan vital.
Por eso, y por la creciente molestia ciudadana, uno se pregunta qué tan prioritario resulta meterle una millonada (porque eso necesitará) de dinero público a un estadio que desde hace más de 20 años regentea un particular, que en tiempos de vacas gordas ordeñó de lo lindo y ahora tira el arpa.
Muy su derecho, por supuesto, pero que se recuerde, tampoco fue muy dado a meterse la mano a la bolsa para adecentar la casa de su equipo mediante alguna inversión sustantiva.
Suena muy romántico que el gobernador Durazo anuncie un proyecto equiparable al que se hizo con el estadio “Héctor Espino” en Hermosillo, volviéndolo escuela de béisbol (por cierto: ¿alguien sabe de algún egresado?) pero también suena a mero remiendo su anuncio de que la obra se hará “mientras los Mayos practican en Tucsón”.
Primero, nadie de la Liga dijo que el equipo se va sólo a entrenar, sino en un cambio definitivo, y luego, aún si así fuera, con el arranque de temporada en octubre, no se ve cómo se haría un trabajo decente cuando apenas está partiéndose de un anuncio, no de un proyecto hecho y derecho. Por eso señalamos arriba que se haría a matacaballo.
El gobernador atribuye la falta de afición al hecho de que el estadio está hecho un desastre y eso desmotiva la asistencia, pero deja de lado varios factores más, de conocimiento generalizado entre la fanaticada.
Cuente entre ellos:
La directiva dejó de presentar equipos competitivos. Por ahorro o pichicatería, vaya usted a saber.
Llegó el cambio generacional: mucha de la afición “vieja” ya no iba al estadio, y a fuerza de ser sinceros, a la muchachada parece atraerle poco el béisbol, como no sea para ir a beber a destajo, o ir al estadio cuando éste se convierte en escenario de bailongos o presentaciones artísticas…también con ríos de bebidas espirituosas.
También desapareció aquella romántica tradición de que aficionados de Etchojoa y puntos circunvecinos se trasladaban en raites y hasta hacinados en trocas para ver a los Mayos, porque se volvió regla que a la salida del estadio, los correteaba una pandilla de policías mordelones dedicados impunemente a la extorsión de beodos, o presuntos beodos.
Así acabó lo que el propio Durazo evoca como parte de un punto de encuentro social: “va uno a platicar, a echarse una cervecita, una botana, a convivir”, porque el consumo de esa “cervecita” o las que se acumularan en la convivencia, abrió las puertas para el bandidaje, con mordidas de hasta 6 mil pesos por parte de los cuicos.
¿Con qué ganas se iría entonces al estadio, si salía más caro el caldo que las albóndigas?
En cuanto a que las deficientes instalaciones desmotivan la asistencia, también es como para ponerle asterisco, porque está comprobado que el verdadero aficionado va y se mete hasta debajo de un mezquite pelón, cuando sabe que verá un buen juego y buenos peloteros.
Sucede en muchas de las ligas ejidales de la región, donde hay verdaderos leones rasurados para eso de la pelota, y ahí está religiosamente la raza, siguiéndolos hasta con riesgo de caer deshidratados.
Un mega estadio no garantiza asistencia por sí solo, porque la gente no va a ver instalaciones, sino a apreciar un buen juego…pero si le ponen a jugar equipos chirris, pueees.
Ahora que si de lo que se trata es de retacar el “Ciclón” Echeverría, aunque sea parchándolo a troche y moche, una buena idea sería anunciarle a la gente que se repartirán becas (es lo de moda) o bicicletas.
Entonces hasta les haría falta un segundo piso, aunque fuera empalmando astillados tablones, como en aquellos románticos tiempos lo hacían los viejos circos que recorrían la comarca, con un triste león que en vez de miedo daba lástima, o un elefante famélico que parecía radiografía.
Pero mientras se aclara si los Mayos pelan gallo en definitiva o sólo para calentar el brazo en tierras gringas, ¿no sería mejor y más prioritario arreglar el problema del agua en Navojoa? ¿Qué agradecerían más los navojoenses, por orden de prioridades?
Digo, es sentido común…
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