
Por Víctor Fausto Silva D.
Conforme se han ido desgranando los números y despejando las motas de polvo –porque ni siquiera llegó a polvareda- de la elección judicial, recobra vigencia la especulación como deporte nacional, y como parte de ella, la expedición de facturas a pagar por quienes quedaron a deber en la encomienda de convertirla en un exitazo, tan histórico como inobjetable.
Lo de histórico pasaba en automático por ser un proceso jamás practicado en México, pero en cuanto al exitazo, no se ve cómo justificarlo dignamente cuando la abstención arañó el 90 por ciento, escandaloso y deprimente hasta para definir el menú del día en cualquier casa.
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Durazo: Escuálida |
El problema es que, echándole un vistazo general al proceso y si se trata de desatar una escabechina, a Morena le harían falta más guillotinas que los acordeones repartidos, porque fueron muchos y de los más diversos niveles los que se tiraron largos, para quedar cortos.
Tendrían que empezar por llamar a cuentas desde el alto mando, con la dirigente nacional (es un decir) Luisa María Alcalde y su flamante Secretario de Organización, Andrés Manuel López Beltrán, porque los magros resultados evidencian que en lo operativo no pelaron un chango a nalgadas a la hora de motivar y volcar a la gente en las urnas.
Obviamente, entre los hipotéticos receptores de facturas estaría el gobernador Alfonso Durazo, no sólo por ser el mandamás político en el estado, sino por su carácter de presidente del Consejo Nacional de Morena, donde no debió caer muy bien que Sonora haya alcanzado un escuálido promedio del 9.6 por ciento de participación, entre los más bajos a nivel nacional.
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Salazar Razo: |
Se entiende que sobre Durazo recaía toda la responsabilidad política, pero en alguien debió apoyarse para sacar adelante la tarea encomendada desde el centro –ni modo que hasta hubiera andado repartiendo los acordeones-, así que en primera fila aparecían (o debieron aparecer) su principal operador político, el Secretario de Gobierno Adolfo Salazar Razo, y por el lado de Morena, su dirigente estatal Judith Armenta Cota.
(Por cierto, ¿alguien sabe dónde anda o qué hace la señora?)
Y de ahí para abajo, pasando por los alcaldes y permeando a toda la estructura morenista.
¿Qué pasó o qué les falló? Quizás fue un exceso de confianza de que con el sólo peso de la marca guinda generarían un diluvio de votantes, pero éste no pasó de ser mero chipi-chipi, que termina dejando mal parados a los operadores.
Todavía falta conocer y meterle lupa a los resultados finales por distritos y municipios, como para evaluar quiénes sacaron la tarea y quiénes de plano nadaron de muertito.
Será interesante conocerlos, porque seguramente esa valoración pasará por la oficina más refrigerada del Palacio de Gobierno, ahí donde se deciden los apapachos con premio incluido o se asignan los espacios para la fría banca del ostracismo político.
Naturalmente, ya se soltó el borrego de que Durazo apretaría tuercas entre su gente y hasta se especula sobre sacudidas en el gabinete, pero se antoja muy temprano para saberlo.
Lo que sí se vaticina como natural es que vengan recriminaciones internas y jalones de oreja, porque no se trataba de sacar adelante la elección en alguna comisaría chirris, sino de que luciera por todo lo alto una de las principales banderas enarboladas por la 4T desde el sexenio de López Obrador.
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Andy: El nene |
Si de por sí la presidenta Claudia Sheinbaum no las trae todas consigo porque los operadores en el legislativo nomás no la pelan –y hasta le dan las contras-, ahora seguramente tragó bilis por los raquíticos resultados que le rindieron sus huestes.
Si la señora hace honor a su fama de mecha corta, cabría esperar que también haya reprimendas de primer nivel, aunque quizás no precisamente telúricas en el partido, primero porque a Luis María Alcalde se la heredó López Obrador, y luego porque al “nene” Andy no se le puede tocar, no vaya a ser que se encabrite el señor de La Chingada.
Tampoco Durazo debe estar muy contento, aunque deba apegarse al guión de que todo resultó “inédito, histórico, maravilloso” y un largo etcétera de calificativos que soltó doña Claudia, que hasta a ella debieron sonarle huecos.
Si Durazo le quedó a deber a la presidenta “con A”, también a él le quedaron a deber sus operadores, lo que no presagia nada bueno cuando el 2027 tendrán el compromiso de refrendar para Morena la primera gubernatura conseguida en Sonora.
Habrá que esperar algún remezón, sin duda, pues bien, lo que se dice bien, no le quedaron.
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