
Por Víctor Fausto Silva D.
Comentamos en la pasada entrega que con la nueva estructura territorial que está lanzando Morena, se avizoran barruntos de tormenta al interior del partido guinda, y dimos cuenta de la primera protesta surgida del Comité Municipal de Huatabampo.
No tenemos elementos de prueba como para confirmar que PRIANistas y un “grupo mafioso de neoliberales infiltrados” se adueñaron del partido a nivel estatal, como lo denuncian los quejosos del Comité Municipal de Municipal de Morena con Antonio Estrella Gutiérrez a la cabeza, pero el sólo hecho de que estén señalándolo evidencia que el proceso será todo, menos aterciopelado.
Tampoco precisan tal cual que a los Comités Municipales se les viene encima una estructura alterna, pero lo dibujan al advertir que sin la participación de los directivos formales, quienes surjan de dicha organización incurrirán incluso en “usurpación de funciones”.
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Morena: Estructura |
Seguramente, a los altos mandos de Morena les tiene sin cuidado cualquier interpretación de ese tipo, porque anunciaron con bombo y platillo que la nueva estructura territorial, más la afiliación masiva de militantes, les garantizará no sólo continuar con el “segundo piso de la transformación”, sino con el tercero, el cuarto y el que les dé la gana, porque ni siquiera les cruza por la mente el eventual riesgo de perder el poder.
Pues no, para ser francos, la creación de comités seccionales no tiene nada de novedoso, mucho menos de original, pues esa estructura la diseñó el PRI hace añales.
El argumento oficial fue que se trataba de acercar el partido a “las bases” casa por casa, pero en realidad, funcionaban –quién sabe cuántos sobrevivan hoy en ese esqueleto de partido- como células a través de las cuales se dispersaban “apoyos” gubernamentales hacia las colonias, ejidos y comunidades.
Tenían el añadido extraoficial de que sus titulares se encargaban de organizar en tierra los eventos proselitistas de los candidatos, y luego, de acarrear votantes a las urnas, mediante la generosa disposición de camiones, taxis y carros particulares dotados de gasolina y pago para los choferes…sin contar con el desayuno “disparado” en casa del líder vecinal.
El problema –que quizás están visualizando hoy los morenistas de Huatabampo- es que los seccionales se volvieron isletas o mini cotos de poder, con directivos que no pocas veces se ponían al servicio del mejor postor, no necesariamente apegados a los lineamientos del Comité Municipal.
Con acceso a presidentes municipales, diputados locales o federales y hasta senadores, muchos descubrieron la veta de agenciarse insospechadas influencias, pues coligieron que éste, aquél o aquella les “debían” su llegada al poder, pues si bien el partido ponía nombres y caritas en las boletas, ellos hacían la talacha donde cuenta: abajo, casa por casa y colonia por colonia.
Y ni qué decir que aportaban también a los representantes del partido casilla por casilla.
No era que tuvieran un sueldo formal, pero les chispeaban “apoyos”, desde surtir recetas hasta operaciones atrasadas o en despensas para ellos y sus vecinos, en becas para sus hijos, para pavimentar calles o “palancazos” para conseguirles plazas en el gobierno; para festivales por el Día de las Madres o del Niño y posadas navideñas de barrio, para las cuales se tiraban “sablazos” por doquier.
Total, sobraban power y recursos, como ahora. Y ¡ay de aquél que no jalara, porque perdía el apoyo de “las bases”! Se convirtieron, pues, en algo así como un poder paralelo, capaces de conseguir y desparramar cualquier tipo de apoyo para los priistas de barrio, que oooobviamente, después iban encantados a votar por quien les dijeran.
Y no es que de acuerdo a estatutos usurparan funciones, como lo vislumbran hoy los quejosos, pero sí terminaban como una estructura alterna a la cual obligadamente tenían que recurrir los aspirantes a algún cargo, porque así como podían motivar y movilizar al priismo de a pie, igual se tiraban a la hamaca o hasta saboteaban soterradamente a quienes no jalaban…sobre todo si les daban instrucciones “de arriba”.
Aquí es donde entra en juego la memoria;
Allá por los 90’s, se dio en Hermosillo un caso que bien sirve para ilustrar el tema y hasta para justificar el temor de los morenistas denunciantes de Huatabampo.
Atendiendo el llamado de Luis Donaldo Colosio para democratizar al PRI mediante asambleas abiertas, se dio el sorpresivo triunfo del profesor Feliciano Valenzuela Maldonado –por quien nadie de los politólogos daba un cacahuate- y aquello fue una revolución.
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Murillo: Se le apareció |
No era el favorito ni del gobierno del estado ni de Miguel Ángel Murillo, -entonces dirigente estatal del PRI-, pero como si se le hubiera aparecido el diablo, en colusión con el Secretario de Gobierno Pancho Aldana, se dio a la tarea de tupirle lindo y bonito para que tirara el arpa. Tiro por viaje, el golpeteo lo encabezaba desde Telemax Sergio Romano (QEPD), que usando tribuna del gobierno llegó a etiquetarlo como “El sabe Valenzuela”, para colgarle el sanbenito de ignorante.
El profesor resistió a duras penas –porque le escamoteaban recursos hasta para pagar una modesta nómina-, pero en una sorpresiva visita al Comité Municipal, el entonces dirigente de la CTM Estatal, Ramiro Valdez Fontes, soltó un inesperado espaldarazo salvavidas al advertir que “el que se mete con el compañero Feliciano Valenzuela, se mete con la CTM”.
Entonces amainó el vendaval, porque ni Aldana ni Murillo eran tontos como para no advertir el tono amenazante del “Jefe sombrero blanco”…pero entonces optaron por “maicear” a los seccionales, de tal manera que al rato era un desfile de directivos de éstos, tanto en la Secretaría de Gobierno como en el PRI Estatal, donde les abrían generosamente las llaves de los recursos y las gestiones exitosas ante instancias del gobierno…que le cerraban al dirigente municipal del partido.
¿A qué viene la remembranza?
Sirve para advertir que, si la historia tiende a repetirse, los morenistas quejosos no andarían tan errados al olfatear que a través de los seccionales y los llamados “Comités de defensa de la cuarta transformación” empiecen a girarse directrices sin que necesariamente pasen por los Comités Municipales estatutarios.
A pesar de haber llegado con toda la legitimidad de una elección abierta, a Feliciano Valenzuela quisieron dejarlo pintado en la pared, porque no llegó con la venia de quienes mandaban e incluso les incomodaba para sus manejos, así que, muy estatutario y todo su cargo y muy priista él, le echaron encima a la aplanadora del poder.
¿Quién puede garantizar a los morenistas que no les pasará lo mismo, y que los Comités Municipales no quedarán como elemento meramente decorativo, mientras abajo les mangonean (hasta para echárselos encima) a los seccionales?
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“El Payo” Orduño: |
No por nada se quejan de que antes de empezar el juego, ya aparezcan a la delantera “El Payo” Orduño y el regidor Eduardo Ceceña, bendecidos desde ya por la dirigencia estatal, al recibir la encomienda (sin pelar a la dirigencia municipal) de sacar adelante el proceso.
Tampoco es cosa menor lo que los propios dirigentes de Morena están denunciando, porque prácticamente estarían viéndose en el espejo del cadavérico e insepulto PRI que tanto repudian, pero al que tan bien copian hasta en cuestiones de organización territorial. ¿Será por su ADN?
Por supuesto (y sin dejar de lado que los dirigentes de seccionales cedan a la tentación de tirarle tarascadas al pastel) tampoco hay que obviar lo que se avecina rumbo a las elecciones del 2027, sobre todo considerando que Morena ha privilegiado el método de las encuestas para elegir a sus candidatos.
Y es que con la nueva estructura, no faltará quién o quiénes (los que tengan más saliva para tragar más pinole, en lo cual dan un paso adelante “El Payo” y Ceceña, uno tirándole a la alcaldía y el otro a la diputación local) quieran meter mano negra desde los seccionales…que bien maiceados, pueden inclinar la balanza, operando como maquillistas de dedazos disfrazados.
De darse así y cuando dejen chiflando en la loma a legítimos aspirantes de sobrados méritos, pero cortos de recursos económicos para “aceitar” la maquinaria, saldrán con el cuento de que –ahora más que nunca por la nueva estructura territorial- “el pueblo decidió”. Y entonces, a muchos no les quedará otro recurso que irse a llorar al baño.
En ese previsible escenario, estimado lector, nos quedamos con el cierre de la columna anterior:
El problema es que los morenistas autocalificados como de cepa, empiecen a alzar la voz o incluso brinquen la raya de la docilidad o el agachismo impuestos (en el PRI le llamaban disciplina partidista), porque entonces estarían muy cerquita de llegar a la línea de las fracturas internas.
Y en esos deschongues se pierden plazas.
(Para muestra de lo que viene, basta un botón de lo sucedido este domingo, precisamente en Huatabampo, en el seccional 1195. Por lo visto en videos que circulan, aquello fue una cena de negros y de alegatas, con militantes que denunciaban a gritos que a pesar de haberse registrado, ¡no aparecían en la lista! La magia de la rasuradora, pues, tan propia de los sucios y supuestamente desterrados tiempos priistas. Le digo, estimado lector: ¡aquí van a volar pelos!)
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